Por lo menos antes de la pandemia de COVID-19 y de nuestro consecuente confinamiento, la mayoría de nosotros pasábamos parte de nuestros días en nuestros puestos de trabajo. Algunos ya hemos vuelto a la oficina o al lugar donde trabajamos, y otros muchos lo haremos pronto.
Como en la calle, en casa o cualquier sitio de ocio al que acudamos, debemos vigilar los alérgenos que nos rodean también en el puesto de trabajo. La alergia laboral es aquella donde nuestra reacción alérgica empeora por causas laborales, ya que donde estamos más expuestos es en el entorno laboral.
En general, podemos clasificar los alérgenos responsables de las alergias laborales en alérgenos de contacto y alérgenos inhalados.
ALÉRGENOS DE CONTACTO
Los alérgenos de contacto generalmente producen reacciones alérgicas dermatológicas o dermatitis de contacto. La dermatitis de contacto produce una respuesta inflamatoria de la piel producida por alguna sustancia sensibilizante como podrían ser aceites, alcoholes, disolventes, metales como el níquel o el cromo, látex, o hasta 250 sustancias que se han identificado como responsables de desencadenar una dermatitis de contacto. Casi la mitad de las enfermedades laborales son cutáneas y la mayoría de ellas son dermatitis de contacto.
ALÉRGENOS INHALADOS
Tanto las rinitis alergénicas como el asma ocupacional suelen estar desencadenados por el polen, polvo o los ácaros, pero se han identificado hasta 300 sustancias que pueden originarlas, entre las que podemos destacar los polvos minerales o el humo. Es importante tener en mente que el asma ocupacional es la primera enfermedad pulmonar laboral en los países desarrollados y constituye cerca de uno de cada cuatro casos de asma bronquial.
PROFESIONES Y ALERGIA LABORAL
Es relativamente frecuente la aparición de rinoconjuntivitis, dermatitis y/o asma ocupacional, desencadenada por alergia a algún factor alergénico que emplean habitualmente algunos profesionales que están en contacto con productos químicos, látex, tintes y colorantes, como los carpinteros, pintores o peluqueros. Cabe destacar que en niños no es frecuente este tipo de alergia, por razones obvias, a excepción de aquellos que pasen largos periodos de tiempo en el lugar de trabajo de algún familiar y, por tanto, que estén expuestos de la misma forma que un profesional a dichos factores alergénicos, o bien mediante el contacto indirecto, por ejemplo, a través de familiares que transportan partículas en la ropa y/o el pelo.
QUÉ HACER FRENTE A UNA ALERGIA LABORAL
Si detectamos cualquier sustancia que puede desencadenar en nosotros una reacción alérgica, tanto si ya la conocemos y evitamos, como si parece empeorar en el puesto de trabajo y mejorar fuera de él, debemos avisar a nuestro superior y exponer nuestro caso. También puede ser de ayuda ponernos en contacto con el equipo de prevención de riesgos laborales de nuestra empresa con el fin de controlar y minimizar al máximo la exposición que sufrimos a dicho alérgeno.
ALERGIA Y ESTRÉS
Además, hay que tener en cuenta que el estrés al que estamos sometidos por la alta actividad en el trabajo puede empeorar nuestra respuesta frente al alérgeno al que estamos sensibilizados. Tanto las alergias producidas por alérgenos de contacto o inhalados, y sobre todo en casos de asma, el estrés puede resultar en un empeoramiento de la alergia.